A punto de finalizar los últimos exámenes de este curso y con nuestros estudiantes de 2º de Bachillerato en plenos exámenes de la PAU, os transcribo un artículo de Carlos Arroyo que nos ha enviado una mamá del Centro, como siempre, muchas gracias Esther por compartir con nosotros artículos tan interesantes.
A los repasos les ocurre como a los documentales de La 2, que todo el mundo dice que son buenos, pero casi nadie los frecuenta. O al menos no salen las cuentas. Eso quiere decir tres cosas, centrándonos ya en los repasos: que son esenciales para el éxito académico, que la mayoría de los estudiantes sabéis que lo son, y que, a pesar de todo, no muchos de vosotros estáis dispuestos a darles el papel que merecen en la preparación de los exámenes (básicamente es cuestión de planificación y acumulación de horas). Siempre me ha hecho gracia el candor de quienes creen que sin repasar se pueden sacar buenas notas de forma estable. Diría más, me llama la atención que alguien piense que es posible estudiar sin repasar. Sería algo parecido a preparar la tanda de penaltis para el Mundial de Brasil ensayando una sola vez en un solo entrenamiento.
A lo largo de esta serie hemos visto las fases de un proceso que conduce hasta la memorización, sin la cual no hay aprendizaje (al margen de cómo se llegue a ella, estudiando o haciendo). La memorización es una especie de guinda de un pastel de pasos orientados específicamente a garantizar esa memorización. Pues bien, esa guinda tiene luego su propia guinda: el repaso. La guinda al cuadrado.
Es una fase fundamental, hasta el punto de que, sin repasos, no hay garantías del buen funcionamiento de la memoria. Es la gran protección contra el olvido. Digámoslo así: la memorización es necesaria para ir aprobando; los repasos, para aprender de verdad y sacar grandes notas. La memorización coloca en tu mente los conocimientos que previamente has trabajado de muchas maneras. El repaso es el que consolida y da estabilidad a esos conocimientos. Sin repasar, un concepto puede entrar en tu mente y salir de ella a los dos días sin dejar ni huella. Gracias al repaso te aseguras de que lo has incorporado y lo dejas bien instalado para el futuro y, en particular, para el correspondiente examen. Por eso es tan importante que asumas que con la primera memorización no ha acabado el partido.
Hilando fino podríamos distinguir tres tipos de repasos, muy similares en el procedimiento, pero con algunas singularidades debidas a su proximidad bien a la primera memorización, bien al examen en sí. Son estos:
1. Primer repaso.
2. Repasos intermedios.
3. Último repaso.
Veamos el primer repaso y algunas de sus pautas recomendables (en gran medida válidas para los otros tipos de repasos).
Primer repaso
1. El repaso es algo extraordinariamente serio. Es preguntarte el tema a ti mismo, pero no de forma pasiva y complaciente, sino todo lo contrario. Exige una actitud muy activa, exigente e implacable con los olvidos. Se trata de lograr el dominio del tema, sin agujeros ni lagunas. Así que no vale el más o menos, ni tampoco el por lo menos, lo entiendo.
2. No tardes más de dos días desde la memorización hasta el primer repaso. Las cosas se empiezan a olvidar muy pronto y, por el contrario, la consolidación es más eficaz cuando está pegada a la memorización.
3. Lo primero es reproducir el índice de apartados en la mente o, mejor, en un papel (sin necesidad de escribirlo todo, solo para ir comprobando que lo dominas). Se trata de dominar perfectamente la estructura del tema.
4. A continuación vuelves al principio y reproduces el contenido del documento personal de estudio. ¿Cómo? Como mínimo, mentalmente. Mejor, en voz alta. Y mejor aún, en voz alta y garabateándolo en papel. Observarás que una reproducción mental, sonora y gráfica es más efectiva para recordar.
5. Ve apartado por apartado. Acabada la reproducción del primero, toma nota de tus errores y olvidos, y vuelve a revisarlos. Incluso haz una pequeña señal que te sirva de código para recordar en el próximo repaso que ese punto no estaba bien consolidado. Una vez acabado el primer apartado, a por el siguiente.
6. Cuando acabes con el último apartado, vuelve a hacer una lectura ultrarrápida, de refresco visual de todo el documento, pero prestando atención especial a los puntos que hayas marcado como no consolidados.
7. Es importante que no des por bueno cualquier olvido. Si has olvidado un apartado o un fragmento importante, estúdialo de nuevo como si fuera la primera vez.
8. No es descartable que del primer repaso saques la conclusión de que debes mejorar el documento. Si es así, no lo dudes: retócalo (para los próximos repasos).
Repasos intermedios
Son los que se producen entre el primero y el previo al examen. Podríamos llamarlos de mantenimiento. Tienen tres objetivos:
1. Afianzar los contenidos cada vez con más solidez.
2. Detectar olvidos o fallos de comprensión o retención.
3. Entrenarte para ser capaz de ofrecer una respuesta solvente y rápida en una situación de exigencia y nervios, como suelen ser los exámenes.
¿Cuándo debes hacer los repasos intermedios? No hay una única respuesta, ya que depende del nivel de trabajo o desbordamiento que atravieses en cada momento, de la propia capacidad de anticipación, de la dificultad de cada tema e incluso del ritmo del profesor con el temario. En general, tu objetivo debería ser acumular unos cuatro repasos por tema: el primero, el anterior al examen y otros dos en medio.
Último repaso
El último repaso, previo al examen, debería ser, paradójicamente, uno de los más sencillos, siempre que hayas seguido bien el proceso. Se trata de que compruebes que no hay fallos y, en su caso, revises bien la parte no dominada. Lo habitual es que sea una comprobación positiva, ya que has ido acumulando repasos y, en consecuencia, tu mente ha captado y retenido la estructura y el contenido. Además, estará en condiciones de dar una respuesta rápida.
Las pautas específicas del último repaso son:
1. Hacerlo el día anterior al examen.
2. Hacerlo de similar modo a los anteriores, pero con una actitud más activa aún, con un ritmo muy ágil, como si estuvieras haciendo el examen.
3. Es fundamental que las lagunas que hayas descubierto a lo largo de los anteriores repasos hayan quedado resueltas antes de llegar al último. No llegues a este repaso con dudas o fallos pendientes, porque pueden afectar a la confianza en ti mismo.
4. Antes de irte a la cama, échale una mirada rapidísima de refresco visual y para tranquilizarte.
http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2014/06/el-repaso-una-herramienta-definitiva-contra-el-olvido.html
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...